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Espacio-tiempo físico, psicológico e histórico:

Puntos de encuentro de la psicología de la Gestalt y la filosofía de la historia de

Haya de la Torre

Por Alex Dávila D.

Desde el punto de vista de la psicología, el comportamiento humano en los terrenos político, económico, sociológico y antropológico merece estudiarse de manera especializada definiendo sendos campos que reciben los nombres de psicología política, psicología económica, psicología sociológica y psicología antropológica.

 

En el presente artículo se examina el pensamiento de Haya de la Torre y su uso como una herramienta de la estructuración epistemológica y metodológica de una psicología como una ciencia puente entre las ciencias naturales y sociales. Esta ciencia puente podría ser muy conveniente como sustento de aplicaciones prácticas orientadas a optimizar el comportamiento humano en sociedad.

 

Empezaremos por leer la introducción de los ensayos dedicados al Espacio-Tiempo histórico:

 

"La Historia propiamente dicha de un pueblo - escribía Hegel en la Introducción Especial de sus Lecciones sobre Filosofía de la Historia Universal - comienza cuando este pueblo se eleva a la conciencia". Como el hombre, los grupos sociales llegan y pasan el lindero del uso de razón. Lo alcanzan acaso en el momento en que la mera memoria asociativa y la imaginación reproductiva de que hablan los psicólogos se convierten en orgánicos elementos intelectuales de relación colectiva. Estos ya no son, solamente recuerdos y tradiciones incipientemente coordinados - que en la evolución de los pueblos corresponde a su prehistoria -, sino actividad reflexiva, función integral del pensamiento, dinámica total de la inteligencia creadora, de las emociones de la voluntad en plenitud consciente. Vale decir, conciencia histórica".

 

Surge, empero, una pregunta enderezada a escrutar y descubrir la clave de la formación de esta conciencia histórica. ¿ Con relación a qué factores se produce su desarrollo ?. El estudio del proceso mental del ser humano nos ayuda a encontrar una respuesta y la psicología genética nos ofrece expresivas verificaciones.

 

Recordemos cómo las funciones intelectuales del niño avanzan progresivamente de las formas primarias a las más racionalizadas y abstractas del hombre adulto. " Hay una edad en que el niño quiere alcanzar la luna con las manos" reza un viejo dicho hogareño. El juguete o la fruta lejana son deseados por él sin noción inicial de la distancia. El deseo y el impulso instintivos carecen todavía de relación con el lugar y el momento. Enrich Kahler, mencionando los notables estudios de Wolfgang Koehler, dice que los modernos experimentos de biólogos y psicólogos han demostrado que algunos animales, particularmente los antropoides, son capaces de alcanzar simples conclusiones y descubrir independientemente el uso de ciertos instrumentos, haciendo posible enunciar que la capacidad mental de determinados mamíferos corresponde a la de un niño de tres años. La afirmación infantil de los primeros pasos sobre el suelo llano y el osado y difícil primer ensayo de ascensión por una escalera, la isocronía, el equilibrio de los movimientos, sin duda ajena a exclusivos determinadores instintivos y miméticos, acusa ya una oscura noción de lugar y de tiempo que es común también a los animales. " Para ser capaz de distinguir las cosas en el mundo circundantes es necesario que un animal tenga experiencia de la estructura de aquella parte del mundo circundante", afirma Koffka. Hay, pues, un lejano punto de partida en la vida psicológica que alumbra sus misterios embrionarios y que es común al hombre y al animal. Viene confundida con el instinto y tal vez bajo el imperativo de sus estímulos, pero en su definición y relaciones esclarece los derroteros de la existencia que hace posible la conservación de las especies y abre al hombre al hombre los caminos superiores de la conciencia. Así, desde las formas más elementales de la vida animal puede descubrirse la experiencia del mundo circundante. En ciertos órdenes zoológicos, peces, insectos, aves, mamíferos, ella alcanza expresiones que, en muchos casos, son notablemente desarrolladas. Mas, su elevación en la mente humana a un proceso articulado y más complejo de dominio cognoscitivo y de abstracciones

 

superiores constituye el elemento básico de su verdadera noción consciente del Espacio y del Tiempo. Las sensaciones de calor o frío, de lo dulce o de lo amargo, de lo placentero y de lo doloroso, y la memoria de ellas, son datos primordiales de una experiencia elemental, pero es la precisa idea del dónde y del cuándo, asociados al recuerdo sensorial y entrabado en un complejo de relaciones mentales, emocionales y volitivas lo que determina la conformación de los elementos esenciales de la vida consciente. " Las nociones de Tiempo y de Espacio aparecen tan evidentes, tan necesarias, que resulta difícil no considerarlas como datos o indicios inmediatos de la conciencia?", anota Couderc. 1

 

Desde el punto de vista de la psicología, lo primero que me interesa resaltar es que Haya de la Torre explica la génesis del concepto del Espacio-Tiempo histórico en términos psicológicos. Este planteamiento es de singular importancia epistemológica para cualquier ciencia del espacio-tiempo ya que abre la posibilidad de discutir y proponer diversas interdisciplinas psicológicas que involucren a las conceptos de espacio y de tiempo desde el punto de vista de la conducta y comportamiento. Algunas de estas interdisciplinas ya están definidas (psicofísica, por ejemplo) mientras que otras aguardan su definición ( en especial, aquellas vinculadas a las ciencias sociales ).

 

El segundo aspecto que deseo resaltar es la filiación de los conceptos sobre la génesis del Espacio-Tiempo histórico con ideas psicológicas provenientes de la psicología de la Gestalt. Wertheimer, Koffka y Köhler son considerados como los tres representantes de la llamada psicología de la forma o Gestalt. Esta psicología apareció como una reacción frente a la psicología atomista y asociacionista creada por algunos de los primeros psicólogos experimentales en Alemania habiéndose desarrollado geográficamente en Europa central en el primer tercio del siglo XX. La psicología de la Gestalt se inició como una psicología de la percepción para desarrollarse posteriormente como una psicología del pensamiento. La Gestalt asume que no es posible reducir la experiencia psicológica frente a un objeto a la suma de las experiencias psicológicas frente a cada una de sus partes; por otro lado, asume la existencia de estructuras mentales ya dadas en los sujetos y previas a los aprendizajes.

 

El tercer aspecto que deseo resaltar es que tanto la epistemología de la Gestalt como la filosofía de la historia de Haya de la Torre están profundamente emparentadas con conceptos físicos.

 

Guye2, uno de los primeros físicos experimentales que logró poner a prueba experimentalmente predicciones relativistas, señalaba que el pensamiento debía ocurrir a través de reacciones físicas sub-atómicas. Desde aquel entonces, diversos pensadores se han ocupado del problema destacando en la actualidad diversos científicos tales como Crick y Koch3 y Hameroff y Penrose4. En todos estos pensadores está claro que el fenómeno de la conciencia se halla coordinado con fenómenos físicos; algunos aspectos de éste fenómenos estarían más vinculados a la mecánica clásica, mientras que otros lo estarían más a la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica.

 

Plantear la existencia de correlatos físicos para los fenómenos psicológicos no es novedoso; este tipo de paralelismo psicofísico puede rastrearse hasta los mismos orígenes de la filosofía5. Lo que resulta novedoso es que la psicología parece estar lista en términos metodológicos para transitar hacia el terreno de las ciencias duras ya sean físicas, químicas o biológicas; la existencia de interdisciplinas como la psicofísica o la psicofarmacología así lo sugerirían. Lo importante aquí es que estos correlatos materiales llevan a plantear en última instancia que el cerebro y la mente humana son escenarios de fenómenos físicos, siendo los más fundamentales la estructuración del tiempo y del espacio así como la dinámica de fuerzas subyacentes a esta estructuración.

 

 

 

La psicología de la Gestalt no fue extraña a estos problemas, siendo el concepto de dinámica de campo cerebral uno de los sustentos sobre los cuales se apoyaban sus supuestos. Otra forma de apreciar la cercanía de la epistemología de la Gestalt al campo de la física se revela en la definición de psicología proporcionada que se puede revisar en la obra de Koffka6 y, sobre todo, en la obra de Köhler7.

 

Por otro lado, los planteamientos de Haya de la Torre con respecto al Espacio-Tiempo histórico se revelan como sorprendentes intuiciones del relativismo y la invarianza de las leyes históricas y sociales; estas intuiciones no importan tanto por su precisión, mucho más por el horizonte epistemológico que avisoran: Existe un fondo común al comportamiento de la naturaleza y de la sociedad y este fondo común está vinculado con conceptos físicos fundamentales.

 

Los planteamientos de Haya de la Torre, por ende, con respecto al Espacio-Tiempo histórico no deben tomarse únicamente como analogías o metáforas extraídas de la física; en el planteamiento del pensador está subsumida la intuición de la existencia de una profunda conexión entre la naturaleza de la materia y la naturaleza del espíritu.

 

Estas reflexiones constituyen para mí un hilo conductor que me lleva a repensar cualquier proyecto de psicología política, económica, sociológica, antropológica o del derecho como proyectos que requieren estar atentos a los conceptos de espacio-tiempo histórico, la psicofísica del tiempo y del espacio y la física del espacio-tiempo. A través de la atención a estos conceptos, las psicologías sociales estarán aptas para nutrirse de los avances de la psicología como ciencia natural y nutrir a las ciencias sociales con contribuciones metodológicas encarnadas en la investigación y transformación de la conducta y del comportamiento.

 

Desde una lectura más fenomenológica de estas psicologías sociales, se podría decir que la acción intencional del hombre lleva a que su parcial y progresiva autopercatación o conciencia del universo psicofísico que existe dentro de sí le permite construir formas de ser en el mundo que van a estructurar en efecto distintas formas del Espacio-Tiempo histórico; ampliando a Haya, podría decirse ahora, que estos Espacio-Tiempos van a corresponder genéticamente a diversas formas psicológicas de estructurar el espacio y el tiempo psicológicos.

 

Vemos pues, luego de esta revisión, que habría tres niveles distintos e integrados de estructuración del tiempo y del espacio. Estos niveles serían el físico, el psicofísico y el social, siendo el nivel intermediario entre las esferas física y social, la esfera psicofísica.

 

Vemos también que es en la frontera de la psicofísica con lo social donde las psicologías sociales pueden florecer como conocimiento altamente estructurado y, como consecuencia, aportar en la esfera práctica con propuesta concretas de solución a diversos problemas sociales reconciliando y reconciliándose holísticamente con la comprensión y el manejo del tiempo y del espacio de la naturaleza, de los individuos y de las sociedades.

 

Vemos finalmente, que se hace necesaria una teoría del espacio-tiempo psicológico que pueda facilitar la coordinación de la teoría física e histórica actualmente existentes; la construcción de esta teoría constituye un verdadero imperativo categórico para cualquier psicología que esté dispuesta a fundamentar sus procedimientos prácticos en profundos conocimientos interdisciplinarios vinculados a las ciencias naturales y sociales.

 

Quisiera finalizar este artículo señalando que las coordinaciones que he sugerido entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias del espíritu están muy lejos de horizontes reduccionistas y positivistas; el núcleo de la propuesta realizada está en la psicología de la Gestalt que es una psicología científica y fenomenológica a la vez. Adicionalmente, la dinámica de las interdisciplinas propuestas sugiere una dialéctica en la cual se reflejaría la primacía alternada de la materia y el espíritu como un movimiento continuo de desarrollo de la conciencia individual y social.

 

1 Víctor Raúl Haya de la Torre. Obras Completas. Lima: Ed. Juan Mejía Baca, 1984, Vol. IV, pág. 383-385

 

2 Jean Piaget. Relations between psychology and other sciences. Annual Review of Psychology, 1979, 30:1-8

 

3 http://www.klab.caltech.edu/~koch/crick-koch-cc-97.html

 

4 http://www.consciousness.arizona.edu/hameroff/royal2.html

 

5 Gardner Murphy. Historical Introduction to Modern Psychology. New York: Harcourt, Brace and Company, 1949. Cap. I.

 

6 Kurt Koffka. Principios de Psicología de la Forma. Buenos Aires: Paidós,1953.

 

7 Gordon Bower y Ernest Hilgard. Theories of Learning. New Jersey: Prentice Hall, 1981.